Esta señora llegó a Toledo vendiendo cacharros, en la época en que en Toledo no había luz eléctrica, termino en una casa donde hoy es la Registraduría de tapia, vendiendo empanadas.
Quien al calor y bajo el humo del fogón de leña no enamoró a alguna mujer de la época; se recuerda que tenía varias gallinas las cuales eran conocidas con nombre propio y al llamarlas atendían juiciosamente, según su nombre.
lunes, 26 de octubre de 2009
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